P3RSONA 99 intenta contenerlo todo. Se desborda, chorrea, mancha, salpica, escupe, vomita, llora, golpea. P3RSONA logra encauzar lo incontenible en este río digital: cortos, videos experimentales, collages, escritos, fotografías, una frase canónica.

Cuando una va al río, puede elegir cuán profundo quiere empaparse. Usted tiene la misma posibilidad aquí. Haga lo que quiera.
Y las palabras no son suficientes, y no están ordenadas como mis ideas, que tampoco están ordenadas. No sé bajar el contenido, cuento cosas y supongo que no se entienden como yo quiero que sean entendidas, como si yo fuera la única que habla y la única que escucha.

Se va la luz de la imagen y quedo acompañada de mi palabrerío fantasioso. Como una discípula de Alejandra que nadie pidió, repitiendo la culpa por la ilusión con el presunto poder del lenguaje. Pienso: en el habla no está el poder de ordenar las palabras a imagen y semejanza del pensar. Me doy cuenta que quisiera entender todo sin recorrer el camino finito que queda por recorrer. Escribir para mí, recuerdos de palabras que se repiten a lo lejos: "No escribo para que me lean". La Noe lo sabía, ay, cómo lo sabía.

Deseo no tener nada que decir, no-sentir como el deber ser de mi existencia. Pienso y me intento creer que todo lo que tengo es lo inmaterial, lo extensamente humano, lo que roza lo inmortal. Pasa el tiempo, los meses, las semanas, los días y las horas y siguen pasando cosas border, afuera y adentro.

Se pone cada vez más border por nombrarlo. Enrollo mental insuficiente e inútil. Aunque llegue a una conclusión, la olvido si no la escribo. Y si la escribo no es lo mismo que hablarla. Me embromo con mi propia narrativa, como si nada fuera suficiente de nuevo, como si la falta de lectura fuera un castigo por la falta de claridad. Escucho la misma canción en repetición una y otra y otra vez y cuando me quiero dar cuenta ya está oscuro y estoy tirando humo de nuevo.
Ruidos a las 7:04 de la mañana del domingo. O me levanto o mi cerebro me destruirá. 7:25 estoy sentada en el patio. Me obsesiono en vivo. La mirada fija en la pared que compartimos con las chapas. Llorando porque no se canalizar mi energía. Cada acción puede potencialmente cambiar mi vida.
Sesión mental de terapia. Exploro saber identificar cuándo soy yo y cuándo es coraza. ¿Cómo sé cuál soy yo? Todo está mezclado. Y si me obsesiono y pienso en eso todo el día y toda la noche, ¿de qué me sirve? ¿Y si me pone muy triste y soy una junkie de la tristeza? Escucho las mismas frases que ya dije. ¿Cómo aceptar lo verbalizado sin contradicciones ni desprecio? ¿Y si lo que pensé lo decía? ¿Si lo decía y lo hacía? Creí reconocer una resaca particular. Me veo reflejada, envidia, capaz tengo alivio. ¿Fue una decisión o es la parálisis lo que ayuda a la falta de acción? Capaz quedarse quieta no es tomar una decisión. Me toco la nariz porque me saqué el septum después de seis años. Nadie me dijo nada porque mi cara solo me importa a mí. Incoherencia entre hacer, sentir, decir. De acuerdo al ciclo menstrual, es momento de reconocerse en el espejo. Es mejor que detestar la forma humana. ¿Saben a qué canción he llorado toda la semana? A Somewhere Only We Know de Keane. Es un gran clásico. No confío en el vacío detrás del deseo. Demasiado tiempo habitando el monólogo interior. ¿Solo a mí me impacta el encuentro de miradas? ¿Por qué interés es conversar? Me quedo masticando intriga. No importa cuántos escenarios intente predecir, nunca adivino. Pero a veces tengo sueños premonitorios. ¿Qué estoy haciendo? Yo no miento; la coraza capaz sí.
Y si tenés un ratito, ¿por qué no vamos a hablar a nuestro lugar? Y si no tenemos un lugar, lo podemos inventar. Miles de secuencias de montaje reproduciéndose a la vez. La realidad no es parte. La fantasía no es realidad. El embrollo se desanuda con muchísima paciencia y disciplina. Qué paja. Qué tremenda paja.Y las palabras no son suficientes, y no están ordenadas como mis ideas, que tampoco están ordenadas. No sé bajar el contenido, cuento cosas y supongo que no se entienden como yo quiero que sean entendidas, como si yo fuera la única que habla y la única que escucha.

Se va la luz de la imagen y quedo acompañada de mi palabrerío fantasioso. Como una discípula de Alejandra que nadie pidió, repitiendo la culpa por la ilusión con el presunto poder del lenguaje. Pienso: en el habla no está el poder de ordenar las palabras a imagen y semejanza del pensar. Me doy cuenta que quisiera entender todo sin recorrer el camino finito que queda por recorrer. Escribir para mí, recuerdos de palabras que se repiten a lo lejos: "No escribo para que me lean". La Noe lo sabía, ay, cómo lo sabía.

Deseo no tener nada que decir, no-sentir como el deber ser de mi existencia. Pienso y me intento creer que todo lo que tengo es lo inmaterial, lo extensamente humano, lo que roza lo inmortal. Pasa el tiempo, los meses, las semanas, los días y las horas y siguen pasando cosas border, afuera y adentro.

Se pone cada vez más border por nombrarlo. Enrollo mental insuficiente e inútil. Aunque llegue a una conclusión, la olvido si no la escribo. Y si la escribo no es lo mismo que hablarla. Me embromo con mi propia narrativa, como si nada fuera suficiente de nuevo, como si la falta de lectura fuera un castigo por la falta de claridad. Escucho la misma canción en repetición una y otra y otra vez y cuando me quiero dar cuenta ya está oscuro y estoy tirando humo de nuevo.